Hoy voy a dedicar esta entrada a contar por qué mi instinto acertaba cuando me decía que fuera al concierto de Rodrigo Cuevas al que asistí en Arca da Noe (Vilar de Santos, Ourense), hace un par de semanas.
Nunca había oído hablar de él cuando vi el evento en Facebook. Visité el enlace sobre uno de sus video clips y me quedé subconscientemente embrujada.
Como los fines de semana suelo adelantar algo de trabajo, no tenía pensado ir. Sin embargo, la idea me venía a la cabeza continuamente y acabé recurriendo a un test muscular rápido que me sirve muy bien cuando tengo un dilema de este tipo.
Y el test dijo que "sí", varias veces (lo hice varias veces porque me daba mucha pereza salir de mi despacho calentito), así que le hice caso a mi cuerpo, me arreglé un poco, cogí mi cámara y quedé allí con una amiga que también iba.
No voy a describir el tipo de música y la calidad artística de Rodrigo Cuevas porque eso ya lo hace muy bien el escritor y promotor cultural Carlos Barral Álvarez en la biografía del artista y, además, lo mío no es escribir.
Lo que sí voy a contar es cómo nos quedamos todos y todas las presentes en el concierto ante los encantos y el desparpajo de Rodrigo. Creo que no hubo ni un solo ser humano en la sala que no quedase enamorado de la energía que transmitía.
Obviando el gran talento musical que demostró tener, pienso que mantener a todo el público pendiente de él con cara de fascinación durante las dos horas de concierto-espectáculo-monólogo-teatro... lo consiguió no sólo con unas maravillosas dotes artísticas, sino con una gran capacidad de AMOR (así, en rojo, negrita y con mayúsculas), entrega y presencia, cariño y humildad. Sumado a una gran dosis también de inteligencia y humor. Podría parecer que Rodrigo Cuevas me hubiera pagado para escribir esta entrada, y no me extraña. Pero diría que todas las personas allí presentes quedaron igualmente entusiasmadas con él.
He querido dedicarle una entrada en mi blog para honrar esa forma de ir por la vida. Por la gran calidad humana que transmitió a tanta gente en un contexto tan efímero. Para mí, él es un ejemplo claro de alguien que se entrega al 100% (recibiendo a cambio entrega total también), y que al hacerlo saca lo mejor de sí: autenticidad. Una cualidad muy poco trabajada por la especie humana, que a casi todos nos da muchísimo miedo y que tanto admiramos y nos maravillamos cuando la reconocemos en otros (y además la sabemos reconocer muy bien...)
Gracias, Rodrigo, por tu ejemplo.
Por recordarnos que la autenticidad existe y que está al alcance de todxs si dejamos la vergüenza y los miedos a un lado.
Aquí van unas fotos del concierto.