Boas!
Después de un verano ajetreado y variado fotográficamente, además de divertidísimo, me gustaría contarlo en mi blog comenzando por una entrada sobre música, que es un campo que disfruto bastante también (cuando tengo ocasión).
En este caso, una amiga me animó a ir a ver este grupo argentino: Perotá Chingó. Había escuchado algunas cosas de ellos y, como me gustaban bastante, le dije que sí.
El lugar es un restaurante-bar/pub/ que suele programar música en directo. En un lugar tan precioso como San Vicente do mar, O Grove, El Náutico me pareció un lugar muy agradable, con terraza junto a la mismísima playa y espacios diáfanos y abiertos, con buen ambiente y unas vistas maravillosas, además de un pescado riquísimo.
El concierto se celebró en una zona trasera, cubierta pero al aire libre, con el mar de fondo por un lateral. Un lugar muy especial que, sumado a la escenografía y sonidos en los que nos sumergió la banda, hizo de aquella noche una experiencia muy especial para, probablemente, mucha gente de la que estábamos allí.
Y salió Perotá. Dos mujeres solistas y dos hombres a la percusión, teclado y batería que les acompañaban en voz y coros en algunas canciones. La energía era muy intensa. Justo antes de empezar, una persona del público habló muy mal a otra que estaba de pié (por que no le dejaba ver), y ellas calmaron los nervios y reclamaron respeto ante todo, y animaron a pasarlo bien y compartir ese mometo, apoyadas por los aplausos del público.
El concierto me pareció absolutamente precioso. No voy a entrar mucho en analizar el estilo musical porque no es mi especialidad, pero después de escuchar por grabación sus ritmos andinos e indígenas, algunos más bien parecidos a mantras chamánicos, creo que no le hace ninguna justicia a la calidad en directo de las voces, de la música, o a la energía que transmiten, con esas voces tan conectadas con la vida y con el verdadero ser de las personas. Entregadas totalmente al momento y modulando la energía con sonrisa permanente, nos metieron a todos no en el bolsillo, sino en su corazón.
Me encantó la escenografía, y esas estrellitas de metal colgadas del techo a las que de vez en cuando les daban un toque para que girasen y se iluminasen con los focos, creando varios efectos de luz y color. Y, sobre todo, me encantó la iluminación, que me ofreció, como fotógrafa amante de la luz y el color, momentos de placer inmenso para la vista y para los sentidos.
Me llevé una bonita impresión de las personas que componen esta linda banda, y me siento muy agradecida por haber podido ir y entregarme totalmente a ese momento realmente lindo. Gracias, Perotá Chingó.
Aquí van algunas fotos...